No llevamos sotana ni hábito. Tampoco vivimos en clausura. Pero estamos en medio del mundo. Y creemos en el Evangelio.
Somos gente normal, con trabajos, estudios, familia, preocupaciones... Pero también con una misión: ser sal, ser luz, ser Reino. En casa, en el parque, en la universidad, en el hospital, en el aula, en la calle...
Somos la Iglesia, que camina, trabaja, sueña, lucha y acompaña. Porque el laicado no es el "complemento" de nadie. Es vocación. Es cuerpo. Es Iglesia.
Este vídeo es un homenaje a ti, a mí, a todos los que creemos que vivir el Evangelio en lo cotidiano es también un acto de fe y de esperanza.