Padre nuestro que estás en el suelo,
embarrado estás en tantos nombres,
construyan nuestras manos Tu Reino,
hágase Tu voluntad en el corazón de los gobernantes como ya florece en el pueblo.
Haznos hoy pan partido -y aún cuando pase la euforia- también día a día.
Perdona nuestra rabia como también nosotros queremos perdonar a los que nos desatienden.
No nos dejes hundirnos en el desánimo,
y líbranos de la indiferencia.
Amen (así, sin tilde).