Ven a aquellos que se levantan y se acuestan sin descubrir un porqué a
su día a día. Ven a los que no encuentran un motivo para salir de la cama cada
mañana. Ven a aquel que llora por dentro, mientras se esfuerza en mantener por
fuera una imagen de fortaleza, seguridad y alegría. Ven a quien no sabe para
qué está en este mundo, y cree que su vida es algo casual, insignificante y que
caerá en el olvido más absoluto cuando deje de respirar. Ven a quien cree que
el mundo no cambiaría nada sin él, e incluso ha pensado alguna vez en quitarse
la vida. Ven a todos aquellos que ven en la muerte un muro contra el que choca
inevitable y dolorosamente toda existencia. Ven a aquellos que temen amar y ser
amados, por miedo al sufrimiento, o a la pérdida de libertad o productividad.
Ven a quien no aguanta su propia mirada en el espejo, a quien no acepta su
identidad, a quien quisiera ser otra persona. Ven a quien ha desterrado la idea
de la paternidad, porque considera una injusticia traer hijos a un mundo tan
cruel. Ven a los que tratan de acallar su sufrimiento y ruptura interior por
medio del éxito, el placer o las sustancias. Ven también a los que lloran por
segunda vez al constatar que todo aquello no llena, sino que más bien destroza
y deja vacío.
Ven, Señor, e ilumina con tu presencia todas las vidas que han perdido
el sentido, que se han roto, que no encuentran fuerzas para levantarse y seguir
caminando. Descúbrenos que tú eres camino, verdad y vida. Enseña a nuestro
mundo envejecido y cansado que tú eres novedad, aliento, fuerza y alivio. ¡Ven,
Señor! ¡Llena de sentido nuestras vidas!
Dani Cuesta sj en Pastoralsj