Los últimos meses han puesto otra vez en primera plana la fuerza de la
reivindicación de la igualdad de derechos de las mujeres a nivel global. Desde
las denuncias de los abusos a actrices en Hollywood por parte del productor
Harvey Weinstein, a la movilización general del 8 de marzo a nivel
internacional, la reivindicación de una sociedad igualitaria en lo referido a
la igualdad de derechos entre sexos ha vuelto a poner de manifiesto por una
parte que aún queda recorrido para lograr una igualdad real, y por otra, la
fuerza del movimiento feminista para reivindicar y luchar por esa igualdad en
todos los ámbitos.
Esta reivindicación feminista no sólo se ha generalizado a todos los ámbitos
sociales, sino que también comienza a introducir su reivindicación en distintos
ámbitos como el económico, el político, el cultural o el del conocimiento.
Surgen disciplinas como la Economía feminista, el Ecofeminismo, el feminismo
jurídico o la teoría literaria feminista. Pero hay un ámbito con el que quizás
el feminismo aún no tenga una relación excesivamente fluida, el campo de las
religiones.
Esta difícil relación se puede entender analizando los inicios del
feminismo. Como explica Amelia Valcárcel, el feminismo es una hija no querida
de la ilustración. A pesar de que existen múltiples teorías feministas,
diferentes entre ellas, su principal punto en común, la igualdad de derechos
entre hombres y mujeres, y la necesidad de abolir la injusta dominación del
hombre sobre la mujer, surgen en la revolución francesa como encarnación de la
idea ilustrada de la igualdad de todo hombre y mujer en derechos y en dignidad.
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