Los once discípulos fueron a Galilea, al monte que
les había indicado Jesús. Al verlo, se postraron, pero algunos dudaron. Jesús
se acercó y les habló: “Me han concedido plena autoridad en cielo y tierra. Por
tanto, id a hacer discípulos entre los pueblos, bautizadlos consagrándolos al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, y enseñadlos a cumplir cuanto os he
mandado. Yo estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo”.
Mt. 28, 16-20
Jesús hace a los discípulos la gran promesa “Yo
estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo”, así de claro y rotundo y
¿acaso no sigue cumpliendo Jesús su promesa? Esta alegría de sabernos siempre
acompañados por él es el motor para que nos sintamos llamados a llevar su
mensaje a todos los rincones. Salgamos de nuestros islotes, dejemos nuestras
seguridades y lancémonos a invitar a que los demás sean también sus seguidores,
porque Jesús cumple siempre su promesa y no nos deja solos.
¿Nos creemos el mensaje de que está con nosotros
siempre? ¿Me siento llamado a dar testimonio de mi fe, de mi experiencia de
encuentro con el Resucitado?