El Señor es
mi luz y mi salvación,
¿a quién
temeré?
El Señor es
la defensa de mi vida,
¿quién me
hará temblar?
Cuando me
asaltan los malvados para devorar mi carne,
ellos,
enemigos y adversarios,
tropiezan y
caen.
Si un
ejército acampa contra mí,
mi corazón no
tiembla;
si me
declaran la guerra,
me siento
tranquilo.
Espero gozar
de la dicha del Señor en el país de la vida.
Espera en el
Señor,
sé valiente,
ten ánimo,
espera en el
Señor.
Sal. 26, 1.2.3.13-14