De las muchas cosas que me han
gustado del Mensaje del Papa para la Jornada de las Migraciones (replicado y
contextualizado en España por nuestros Obispos) es que además de dejar volar
sus sueños para responder al reto de las migraciones forzadas con verbos muy
inspiradores, termina aterrizando en medidas tan concretas como apenas había yo
percibido en mensajes papales anteriores. Muchas veces se critican los mensajes
eclesiales tiñéndolos de etéreos y generalistas. Este desde luego no
va a poder recibir semejantes calificativos. Acoger, proteger, promover e
integrar a los emigrantes y refugiados, los verbos que utiliza son
solamente inspiraciones o evocaciones que hacen descender los vuelos que
sugieren el aterrizaje necesario como el pan de cada día. Para que la
Iglesia y los hombres y mujeres de buena voluntad hagamos algo parecido a un
lobby colectivo (de ahí las propuesta de 20 Puntos para pactos Globales en la ONU a finales de año) Y así presionar sobre los medios, los gobiernos, las
administraciones públicas, las empresas…y las mismas comunidades católicas…
especialmente en lo relativo a las decisiones políticas y económicas – y por
supuesto pastorales – para borrar de inhumanidad las políticas
migratorias.