Estamos quizás cansados de maldecir a nuestra sociedad sobre todo por
el descenso paulatino de los cristianos y por el ascenso paulatino de los no
creyentes. Y así como hace tiempo se pensaba que todo el mundo era creyente,
hoy en día nos da la sensación de que la mayoría de la gente es atea, agnóstica
o indiferente ante lo religioso.
Pero esta perspectiva –aunque estadísticamente pueda ser verídica– de
hecho no nos sirve para mucho, ya que lo que tenemos que hacer como creyentes
no está en juzgar negativamente a nuestra época, ni la de demonizar a las
personas que por una u otra razón no son creyentes, sino la de ser mucho más
creativos para ofrecer a creyentes y no creyentes caminos o alternativas que
puedan responder mejor a sus anhelos o deseos de buscar y encontrar el modo de
relacionarse con Dios.
Una de las ofertas más importantes que hoy se pueden hacer gira en
torno a la experiencia de la oración –personal o en grupo– como medio
imprescindible para vivir el encuentro con Dios. Pues sin la oración –sin
una experiencia personal de Dios– se nos puede fácilmente caer todo el
andamiaje religioso, a pesar de los esfuerzos de renovación litúrgica, pastoral
y hasta de compromiso social, a las que estamos más acostumbrados. Sin oración
personal, la fe se nos debilita y hasta puede desaparecer; sin embargo
no se la puede dejar a la mera espontaneidad, sino que necesita entrenarse
y familiarizarse con aquellas mediaciones que la ayuden y protejan.
Con este trasfondo, el equipo del Centro de Espiritualidad San Ignacio
de Salamanca (CES) emprendió hace varios años la tarea de construir cinco
itinerarios –o un camino con cinco etapas–, con la pretensión de ayudar a
quienes se inician en la experiencia de Dios o quieren profundizar en ella.
Estos itinerarios se corresponden con varios tipos de ejercicios ignacianos y
conservan sus acentos principales, como la oración personal, el acompañamiento
y el compromiso en la vida diaria.
La etapa de iniciación a la experiencia de Dios se compone de los itinerarios 1 y 2; la de profundización comprende los itinerarios 3 y 4, para terminar con los ejercicios completos en el itinerario 5. Estos ejercicios se dan en modalidad presencial y también online desde el portal de Espiritualidad Ignaciana.