Celebramos el 1º de Mayo, la fiesta más importante
para el mundo obrero, en el que las trabajadoras y trabajadores de todo el
mundo nos unimos para manifestarnos y reivindicar trabajo y mejores condiciones
laborales.
Expresiones como: «he llegado a trabajar hasta 17
horas en un día», «cada viernes me dan los turnos de la próxima semana», «tengo
un contrato que empieza y termina en el mismo día», «es lo que hay», en boca de
Inés, David, Adrián…, son cada día más frecuentes y hacen que el presente y el
futuro de las trabajadoras y trabajadores sea incierto, ya que nos lleva al
conformismo y a vivir eternamente instalados en la precariedad laboral.
A menudo escuchamos que hemos salido de la crisis,
que la economía ha mejorado y que se está creando empleo. Escuchamos menos que
esta bajada del desempleo lleva consigo precarización y pérdida de derechos:
temporalidad, inestabilidad, falsos autónomos, horas extras no remuneradas y
más pobreza. Según datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, en abril
el paro bajó en 48.559 personas, muy pocas comparadas con las 3.702.317 que
continúan aún registradas en las oficinas de empleo, llevándose la peor parte
las mujeres y las personas jóvenes.
Apenas se dice tampoco que tener trabajo no es
garantía hoy de poder vivir con dignidad. Los denominados «trabajadores
pobres», los nuevos excluidos del siglo XXI, representan ya el 14,8%, mientras
que el 22,1% de las personas de nuestro país se encuentra ya en riesgo de
pobreza y exclusión. (Informe Análisis y perspectivas 2016. Fundación FOESSA,
Cáritas. Nov 2016).
Asistimos a la globalización de la economía, no hay
fronteras para el capital, sin embargo, levantamos muros y fronteras para las
personas. Ante esto, es urgente tender puentes, poner en el centro a la
persona.
El papa Francisco hace énfasis, en la Laudato si’ (127-128), que el ser humano
debe estar en el centro de la vida y también nos recuerda que «sin trabajo la
dignidad está herida» (Terni, 20.03.14).
La JOC y la HOAC, como Iglesia encarnada en el mundo
obrero y del trabajo, manifestamos que es urgente y necesario abordar la
situación del trabajo desde todos los ámbitos de la sociedad. Creemos que, solo
con el esfuerzo de todas y todos, podremos recuperar derechos y darle la importancia
que tiene el trabajo como elemento central en la vida de las personas.
Estamos convocados a ofrecer una respuesta social
conjunta y trabajar para:
Promover el trabajo decente. Un trabajo que respete
los derechos de las trabajadoras y trabajadores, asegurando un salario justo y
seguridad en el puesto de trabajo.
Acceso al trabajo para todas y todos. Ante la
situación que estamos viviendo, creemos importante que toda persona tenga
acceso a un empleo digno que respete la vocación y que nos permita sentirnos
partícipes de la construcción de la sociedad.
Evitar la discriminación. Aunque se haya avanzado en
el reconocimiento de igualdad de derechos, hay que dar pasos e integrar a los
diversos colectivos en el mundo del trabajo, y cuidar la no discriminación de
personas por razón de género, discapacidad, país de origen, orientación sexual,
etnia, raza, religión…
Garantizar la protección social. Que asegure la
protección de las familias y mejore las perspectivas de desarrollo personal e
integración social. Y al mismo tiempo priorizar la necesidad de una renta de
ciudadanía que garantice su protección.
Repensar la participación y la conciliación. Que dé
libertad para que las personas expresen sus opiniones, se impliquen y
participen en las decisiones que afectan a la organización del trabajo. Un
trabajo que nos permita conciliar la vida laboral y familiar y el desarrollo de
las necesidades culturales y espirituales, así como el compromiso militante
como ciudadanos comprometidos.
Reconocer los trabajos de cuidados. Debemos seguir
avanzando hacia un sistema en el que no solo los trabajos «productivos» sean
reconocidos socialmente como trabajo, sino también los trabajos de cuidados que
posibilitan la vida (el cuidado de niños y personas mayores, la atención a la
dependencia, el cuidado de la naturaleza…).
Dialogar sobre el presente y futuro del trabajo. Es
necesario y urgente sentarnos en una mesa de diálogo donde gobiernos,
empresarios, sindicatos y otras organizaciones sociales reflexionemos sobre el
sentido humano y humanizador del trabajo y cómo necesitamos organizar el
trabajo, así como medios para que el trabajo y el sistema de producción tengan
como objetivo la justicia social.
Jesucristo, Buena Noticia para las mujeres y hombres
de hoy, dedicó su vida a anunciar un mundo nuevo, el Reino de Dios que estamos
llamados construir aquí y ahora. También nosotros, aun siendo conscientes de la
situación que vivimos, anunciamos y ponemos nuestra esperanza en los pequeños
cambios que están dando en la sociedad (consumo responsable, economía de
comunión, cuidado de la creación…) que, como la semilla o la levadura en la
masa, transforman la realidad en los barrios, en nuestros trabajos, en la calle
y en nuestras casas.
Estas pequeñas semillas que hoy construyen Reino pueden
inspirarnos para tender puentes y crear un mundo entre todas y todos donde se
respete la dignidad de la persona y el derecho a un trabajo decente.
Manifiesto de la HOAC y JOC con motivo del Día Internacional del Trabajo 2017