“Fue crucificado, muerto y sepultado...”. Este es el
momento en el que humanamente creemos que todo se ha acabado, que el final ha
llegado y que ya no hay esperanza. La muerte ha vencido.
Esto sucedió hace 2.000 años, pero hoy ¿somos conscientes
de las veces en las que sepultamos a Dios en nuestra vida? ¿Tomamos conciencia
de los momentos en los que escondemos a Dios con nuestras actitudes, con nuestras
acciones, con nuestras omisiones?
Frente al sepulcro, sintiendo la ausencia, la
soledad, el corazón desgarrado por tanto dolor, nos preguntamos: ¿qué hemos
hecho por Cristo? ¿Damos razones de esperanza? ¿Somos sus manos y sus pies?
El sepulcro es la última etapa de Cristo en su vida
terrena; es signo de su sacrificio total por nosotros y por nuestra salvación.
Muy pronto este sepulcro se convertirá en símbolo de resurrección.
La piedra del sepulcro abierta, movida, nos recuerda
que a pesar de creer que todo se ha acabado, siempre hay un mañana, una
esperanza.
¿Somos signos de esperanza para otros? ¿Creemos en la
resurrección? ¿Confiamos?
María Noel Lamelas y Tucho Fraga, CVX en A Coruña