X ESTACIÓN: JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir «La Calavera»), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa echándola a suertes y luego se sentaron a custodiarlo. Mt 27, 33-36.
 
La invitación es a contemplar a un Jesús al que ya no le queda nada, porque hasta le arrebatan las vestiduras, para hacer negocio con ellas. Muchas de las personas que viven en Casa Mambré (Comunidad de Hospitalidad) no tienen nada material, en sus lugares de origen ya eran pobres y durante el camino les despojaron, con violencia e inhumanidad, de lo poco que habían podido reunir para emprender el sueño de una vida mejor. Muchas de sus ropas, de sus zapatos, quedan enganchadas en las vallas de Ceuta y Melilla, y algunos de quienes logran saltar al otro lado o cruzar el Estrecho, están desnudos.
En los últimos días hemos vivido una experiencia que nos ha conmovido las entrañas y que queremos compartir desde esta estación del Vía Crucis. Hemos recibido en la Casa a una niña muy enferma y a su madre embarazada que venían de Gambia. Su sueño, el nuestro y el de muchas personas de buena voluntad que se movilizaron para alcanzarlo, era poner toda la sabiduría del mejor equipo médico europeo a su servicio para salvarle la vida. Contemplamos a esta niña como a Jesús despojado de todo lo material: niña, africana, enferma, pobre… todo en contra y ni siquiera de la muerte va a poder escapar finalmente. Hemos contemplado a su madre guardando todo esto en su corazón, al pie de la cruz. Y en ese vaciarse de todo, incluso de la vida terrenal, su cuerpo pequeño y maltrecho no ha dejado de aportarnos bendiciones y regalos en forma de sonrisas, bailes, juegos, de aprender ávidamente palabras y nombres en español, del reguero de personas que nos hemos ido conectando en una red solidaria que construye puentes y derriba muros. Contemplar a Jesús, a esta niña despojada de todo, ha sido una experiencia de esperanza en medio del dolor, de dejarnos en manos del Padre cuando ya nada tenemos, confiadamente, sabiendo que sólo Él es el camino de la Vida que no acaba.
 
Señor, Ten misericordia de quienes vivimos obsesionados por los bienes materiales, de quienes los arrebatamos a otros en unas relaciones de intercambio desigual, explotación de los recursos y violencia, que les impiden vivir dignamente y les empuja a salir de su tierra en un incierto y peligroso camino migratorio. En tu imagen, despojado de las vestiduras, contemplamos la imagen de aquellas personas a las que ya no les queda nada, a los pobres entre los pobres, y en este gesto tu inmensa identificación y amor hacia ellas.
Envíanos tu espíritu para que podamos cubrir los cuerpos malheridos por las fronteras, curar y ofrecer hospitalidad a quienes llaman a nuestras puertas, permanecer al pie de la Cruz como María, compartir la vida con nuestros hermanos y hermanas inmigrantes, y caminar juntos hacia la plenitud de Tu Reino.
Inma Mercado. Casa Mambre. CVX en Sevilla