VII ESTACIÓN: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ

Cae Jesús, y ya van dos veces. Y junto a Él caen otros hombres y mujeres. Son hombres y mujeres a ras de suelo. Es la cruz de Jesús por los suelos. Nuestro Salvador caído, caído en los hombres y mujeres que siguen cayendo. Pero desde arriba no se aprecia bien. ¿Cómo permanecer en pie, casi impasibles, ante estos casos de humanidad doliente? ¿Cómo permanecer en pie ante tantos hermanos y hermanas que han caído? ¡Acércate a contemplar la caída de Jesús! Sitúate frente a Él y póstrate si es necesario. Cae ante ese “caído” y permanece.
Jesús cae. Ellos y ellas también. Cae el niño huérfano, el alcohólico y el nómada errante. Cae el que sufre por consecuencia de amores egoístas, el indigente entre los ricos y el pobre entre los más pobres. Cae el desempleado frustrado, el discapacitado invisibilizado y la anciana sola. Cae el joven sediento, el hijo de la guerra y el soldado desprevenido. Cae el indígena engañado, el manifestante valiente y el anciano abandonado. Cae el sin hogar con frío, el ciudadano sin libertad y el revolucionario apaleado. Cae la joven borracha, la señorona elegante y el subsahariano tras la valla. Caen los trabajadores explotados, las familias desahuciadas y los hombres y mujeres asesinados por mantener su fe ante quien quiere imponerles otro credo. Cae el adolescente preso, el policía herido y el perseguido por defender a los más pequeños de nuestro mundo. Cae la formalidad en palacio, la demencia en la acera y la muchacha ante su violador. Cae el inmigrante ilegal, el estafado por las mafias y el refugiado sin retorno.
Cae Jesús, por segunda vez. Caen hombres y mujeres. Continuamente.
“Señor, te pido que cada vez que caiga me recuerdes que no tengo motivos para perder el ánimo. Que hay que levantarse siempre, pues no es fácil tomar el camino que no está hecho y arriesgar, pero que las cosas que merecen la pena conllevan esfuerzo y, por ello, también tropiezos en el camino. Porque sé que cada vez que me caigo te paras a levantarme, y que mi peso, mi cruz, la llevas Tú cuando me siento agotado, aunque a veces se me olvide".
Con todo eso, no nos damos cuenta de lo afortunados que somos, de todos los privilegios que tenemos, oportunidades y personas que están siempre a nuestro lado incondicionalmente. Es más que motivo para levantarse, no sólo una vez, sino todas las veces que caigamos.
Jesús cayó por segunda vez, pero al igual que la anterior, también se levantó. Se levantó con más fuerza. Porque era su lucha, su convicción, tomó el camino difícil y se levantó una segunda vez por nosotros. Porque nos ama.
Jesús Pombo, CVX en Salamanca