El llamado Cielo de Salamanca,
parte conservada de la antigua bóveda de la biblioteca universitaria, obra de
Fernando Gallego a finales del S. XV, después de sufrir diferentes avatares,
fue trasladado a su actual situación en el Patio de Escuelas, tras una
restauración que no le reintegró su brillante estado primigenio, pero le vistió
con esa delicada piel que sólo el paso del tiempo otorga, en añejas o lúcidas
veladuras y mutaciones propias de la reincorporación de formas y elementos
desaparecidos.
El Cielo de Salamanca atrajo
el interés de Luis de Horna (Salamanca, 1942) hacia una reinterpretación de sus
estrellas y pobladores simbólicos. Luis sentí y siente antigua rendición
admirada hacia el firmamento en el grandioso espectáculo nocturno del poder
absoluto del absoluto del generosísimo Creador, al formar y dar vida a casi
infinitos mundos tan desconocidos como misteriosos. Luis sentía la necesidad de
recrear un nuevo cielo que conservara el mismo espíritu que inspiró a Fernando
Gallego, superando una dificultad concreta: el original, de superficie cóncava
debía representarse en un nuevo formato sobre plano rectangular.
Esta reinterpretación pictórica sirve además como homenaje al Estudio
Salmantino, en su 800 aniversario. No se debe olvidar que la Universidad de
Salamanca (Universitas Studii
Salmanticensis) nace de la escuela catedralicia y su existencia se remonta
a 1174.
Ha querido el autor de esta obra pictórica (que además de artista y
catedrático jubilado es Doctor en Bellas Artes por esta universidad) sea un
homenaje a todos los doctos profesores, sus enseñanzas y la alegre multitud de
jóvenes estudiantes que pasaron ilusionados por sus aulas.
El Cielo de Salamanca de
Luis de Horna puede contemplarse de forma permanente en la escalera interior de
la Casa de la Iglesia, en el Seminario de Calatrava, lugar que ya atesora otras
obras del artista como el retablo con escenas de la vida de Jesús, presidido
por un Cristo.
Artículo publicado en la revista Comunidad nº 667, 22 de enero de 2017