CONSOLAR AL TRISTE


Una lágrima...
Esta es la historia de una lágrima. Y la lágrima existía, como existe la tristeza.
Pero no estaba sola. 

Y Jesús...
Al ver a la viuda, sintió compasión y le dijo: “No llores” (Lc 7, 13)
Y a la mujer: “Tu fe te ha salvado. Vete en paz” (Lc 7, 50)
También se agachó y, con el dedo, se puso a escribir en el suelo (Jn 8, 6b)
Y, en otra, tomándola de la mano, le ordenó: “Muchacha, levántate.” (Lc 8,54)
Y aquella mañana a ella le dijo: "Mujer, ¿por qué lloras?" Y la llamó por su nombre... (Jn 20,13)

Y en ese oficio de consolar…
Su palabra: el silencio
Su gesto: La mano tendida
Su mensaje: la Buena noticia
Su aliento: la esperanza
La imagen: el horizonte, Su camino
Un sentimiento: Su Ternura
Un sabor: el del Encuentro
Una textura: la de Su abrazo

Y esta es la historia de una lágrima. Y la lágrima existía, como existe la tristeza.
Pero no estaba sola. 
Asómate, escuchó... Asómate, que yo caeré contigo...

Mi deseo... Asomarme contigo.

Fuente: Pastoralsj