Entonces
se le acercó la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacer una
petición. Él le preguntó: “¿Qué deseas?”. Ella contestó: “Manda que, cuando
reines, estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y otro a tu
izquierda”. Jesús le contestó: “No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber
la copa que yo he de beber?”. Ellos replicaron: “Podemos”. Jesús les dijo: “Mi
copa la beberéis, pero sentarse a mi derecha e izquierda no me toca a mí
concederlo; será para los que mi Padre ha destinado”. Cuando los otros diez lo
oyeron, se enfadaron con los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo:
“Sabéis que entre los paganos los gobernantes tienen sometidos a sus súbditos y
los poderosos imponen su autoridad. No será así entre vosotros; más bien, quien
entre vosotros quiera llegar a ser grande que se haga vuestro servidor; y quien
quiera ser el primero, que se haga vuestro esclavo. Lo mismo que este Hombre no
vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por todos”.
Mt. 20, 20-48