HASTA MUY PRONTO, AMIGO


Haber conocido a Arturo ha sido un regalo: un ejemplo de sencillez, de profunda fe, de vida hecha para hacer más cordial la convivencia, de tener en la mente y en el corazón tantos nombres, de inmenso orgullo por sus compañeros jesuitas, por su Milagro de San José...
Nos llena de tristeza tu muerte, aunque sabemos que estás donde siempre has querido estar. Ruega por nosotros, amigo Arturo.

¿QUÉ ME DIRÁS?
¿Qué me dirás, Dios mío,
cuando llegue a tu presencia
y me encuentre frente a Ti?
“Ánimo, hijo,
te has portado”.
Yo me quedaré mudo,
porque llevaba preparada una explicación.
Tú me tomarás de la mano
y me enseñarás tu casa con todo detalle.
Patxi Loidi