En la vida hay cosas que son cíclicas. Se van, y vuelven con
regularidad. Y otras cosas van hacia delante, lanzadas como una flecha. Por
ejemplo. Cíclico es el paso de las estaciones, las cosechas, el calendario que
vuelve con sus fechas fijas año tras año. Cíclico es también el baile de los
estados de ánimo para muchas personas (nunca dura eternamente la alegría, ni la
tristeza, la nostalgia, ni la diversión). Lineal es el paso del tiempo, que nos
va haciendo más mayores –y más sabios–. Las relaciones personales van hacia
delante, nacen, y después se van construyendo, cargándose de equipaje… Pues bien, el Adviento es también un tiempo de dos direcciones.