Al conmemorarse 35 años del paso de monseñor Romero al Padre,
martirizado el 24 de marzo de 1980, nos unimos a su recuerdo y al de tantos y
tantas hombres y mujeres de Dios que han dado su vida para hacer realidad el
sueño que Dios tiene para toda la humanidad.
“Que este cuerpo inmolado y esta sangre sacrificada por los hombres nos alimente también para dar nuestro cuerpo y nuestra sangre al sufrimiento y al dolor, como Cristo, no para sí, sino para dar conceptos de justicia y de paz a nuestro pueblo. Unámonos, pues, íntimamente en fe y esperanza a este momento de oración por doña Sarita y por nosotros…”[Última homilia de Monseñor Romero el 24 de marzo de 1980, interrumpida por los disparos que acabaron con su vida]