“El reino de los cielos se parece a un tesoro
escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de
alegría va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos
se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de
gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra. El reino de los
cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de
peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los
buenos en cestos y los malos los tiran.
Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los
ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?”. Ellos
le contestaron: “Sí”. Él les dijo: “Ya veis, un escriba que entiende del reino
de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo
antiguo”.
Mt. 13, 44-52
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