Al
adentrarnos en la Semana Santa salta a primer plano la intensidad del
evangelio. Seguirte tiene consecuencias, no es fácil. En el horizonte aparece
la cruz. Y, sin embargo, o quizás por ello, es más necesario hoy que nunca creer de verdad que el evangelio
merece la pena. No temer la bondad. No asustarse de poner toda la
ternura en juego, es una buena propuesta. Es tu propuesta, para nuestra vida, hoy, aquí y ahora.