Vestirse de sayal y cubrirse de ceniza. Como quien se quita el maquillaje frente a
un espejo, para encontrarse con la piel desnuda. Como quien se va despojando de
capas o ropas y va quedando desprotegido. En este tiempo de ceniza insistimos
en poder ver nuestra verdad sin adornos. No se trata de mortificarme, o de
decir: “no valgo nada”. Eso sería ridículo, y falso. Es intentar verlo todo, lo bueno y lo malo. Mirarme, y saber quién soy.
Aceptar la limitación, reconocer el talento y el error. Descubrir las grietas, para ver si hay que hacer
algo con ellas. Confiar en ese Dios que me conoce mejor que
yo mismo. Y poder compartir
este ser mío con otros.
Fuente: Pastoralsj