EL OTRO, LOS OTROS Y YO. VIDAS COMPARTIDAS


Los próximos 25, 26 y 27 de marzo, José Mª Rodríguez Olaizola sj, impartirá tres conferencias con el título "El Otro, los otros y yo. Vidas compartidas", a las 20.15 horas en el Salón Padre Basabe (Pso. San Antonio, 14). En ellas reflexionará sobre algunas dimensiones de la vida cotidiana desde una perspectiva creyente.

Martes, 25 de marzo: “Los otros, ¿liberación o condena?”. En la vida de toda persona hay “otros”. Cercanos y lejanos. Fuente de las mayores alegrías, y a veces de las peores tormentas. Hay quien, como Sartre, ha llegado a afirmar que “el infierno son los otros”. Y hay quien, en cambio, no puede entender una vida con sentido si no hay en ella otros significativos. Desde la fe hablamos del prójimo, pero no siempre es fácil el trato con esos próximos. En la pareja, con los amigos, en familia, en el trabajo, en tantos ámbitos cotidianos nuestras vidas están entrelazadas con otras vidas… No es tan fácil comprender, ni perdonar, ni ponerte en el lugar del otro, aceptar su ritmo, sus palabras o sus silencios. No es fácil el amor, ni el abrazo. Pero al final es en el encuentro donde podemos ser más humanos, y por eso merece la pena intentarlo…

Miércoles, 26 de marzo. “Hacer de la vida una Eucaristía”. Mucha gente identifica vivir la fe con tener una serie de prácticas religiosas. Entre ellas, la asistencia a la Eucaristía. Otra mucha gente acusa a los cristianos de no poner en práctica a diario lo que proclamamos los domingos. Y al fin, incluso para muchos cristianos nuestra propia liturgia aparece extraña, vacía de significados, y en consecuencia difícil… Y, sin embargo tenemos un reto y una posibilidad, que es encontrar el punto de unión entre nuestra vida, con sus dosis de alegrías y tristezas, encuentros y desencuentros, historias, y nuestra manera de celebrar. Y es que al final la fe no es cuestión de “ir a misa”, sino de hacer de nuestras vidas una Eucaristía…

Jueves, 27 de marzo: “De carne y hueso”. Nuestra cultura sobre-expone el cuerpo. Cuerpos perfectos, cuerpos ideales, cuerpos esculpidos, modelados, trabajados, hermosos, de algún modo “imposibles”… Nuestra fe también mira a nuestro cuerpo, y lo presenta como “templo del Espíritu”, de algún modo espacio donde Dios asoma en las vidas. ¡Qué dos planteamientos tan distintos! ¿Qué podemos aprender de una reflexión creyente sobre nuestro cuerpo, tan humano, tan frágil, tan lleno de vida, deseo, pasión y posibilidades?