A
continuación publicamos la introducción al magnífico artículo de Eduardo
Alonso, compañero de la CVX en Salamanca, sobre la última biografía publicada de San Ignacio de
Loyola. Puedes leer el artículo completo en el enlace final.
"A
lo largo de la historia —desde el siglo XVI hasta casi mediados del XX— con
alguna frecuencia han sido enfrentadas la Orden de Predicadores y la Compañía de Jesús, como irreconciliables.
Las disputas habidas entre los hijos de Domingo de Guzmán y los de Ignacio de
Loyola deben ser entendidas en su contexto pero, sobre todo, no deben ser
magnificadas y convertidas en tópicos perezosos de modo que anulen la otra
parte de la verdad histórica: la frecuente ayuda y colaboración mutuas.
En
este trabajo tratamos sólo de la relación con los dominicos del fundador de la Compañía : Íñigo (después
llamado Ignacio) de Loyola. Y lo hacemos a partir de su última biografía: el
libro recientemente publicado por Enrique García Hernán, dentro de la colección
“Españoles eminentes”, patrocinada por la Fundación Juan
March abundantes pistas que ofrece, buscamos, por tanto, proyectar nueva luz
sobre un viejo tema.
Se
trata de una obra que viene a sumarse y a completar la biografía clásica de GarcíaVilloslada
(estupenda cantera, pero tal vez, demasiado hagiográfica) trazado por Tellechea
(insuperable como lectura histórico-espiritual) diferentes enfoques y acentos
(Dalmases, Ravier, Olaizola...). En este caso queda claro que no estamos ante
una hagiografía sino de una biografía histórica, apoyada en una esmerada
investigación documental y en un impresionante aparato bibliográfico (se puede
consultar al final).
Enrique
García Hernán, investigador científico del Instituto de Historia del CSIC, es una de las grandes autoridades actuales en
Historia eclesiástica de la
Edad Moderna , destacando en esta línea sus trabajos sobre san
Francisco de Borja. Se mueve con envidiable soltura por la magna colección
Monumenta Historica Societatis Iesu. Pero además, sabedor de las
importantes lagunas documentales sobre más de la mitad de la vida de su
biografiado, el autor no ha escatimado ningún esfuerzo para rastrear hasta el
final cualquier pista, en especial en el Archivo General de Simancas. Esta
documentación, en unos casos aporta nuevas noticias y en otros, sirve para
ilustrar mejor hechos ya conocidos. De este modo consigue recuperar al Ignacio
histórico: “reconstruir su biografía paso a paso y así mostrar no al santo que
habría de ser, sino al hombre que fue” (p. 24)”.