Tomando el mismo lema de la próxima Asamblea Mundial
de CVX, en el Líbano, Desde nuestras
raíces hacia las fronteras, este fin de semana nos hemos juntado en Madrid
los equipos de Misión joven y Migraciones en el segundo encuentro conjunto.
Todo el fin de semana ha girado en torno al acompañamiento, uno de los
elementos clave de nuestra
espiritualidad, del que por mucho que hayamos leído, orado y practicado siempre
tenemos cosas que aprender.
Este año, desde la CVX en Salamanca, tuvimos la
suerte de poder participar Raquel, Andrés y Jesús.
Aunque la mayoría de los 33 participantes en el
encuentro llegamos el viernes, el trabajo no comenzó hasta el sábado por la
mañana. Empezamos con la charla de Darío Mollá sj, que nos habló del
acompañamiento y su relación con el discernimiento, de las capacidades y
actitudes idóneas que debe reunir el acompañante y cómo y desde dónde
acompañar. La charla se completó con algunas dinámicas, donde asumiendo los
distintos roles que se dan en el proceso (acompañante/acompañado) y observando
algunos ejemplos prácticos, tratamos de ponernos en la piel de nuestros
destinatarios. Durante la tarde, en el trabajo por separado de los equipos,
continuamos con diferentes dinámicas para profundizar en el tema, cada uno
enfocándolo en los destinatarios de su misión. Por la noche, tras la eucaristía
y la cena, tuvimos un concierto-oración con Maite López. Un momento especial en
el que se hizo presente el Señor a través de la música. El domingo continuamos
con el trabajo por separado de los equipos, centrándonos esta vez en la tarea
que hacen los enlaces entre los equipos apostólicos y las comunidades locales.
Terminamos el encuentro todos juntos, recogiendo el fin de semana, y poniendo
color entre todos a un mandala, donde cada uno eligió el color que expresaba
sus sentimientos del fin de semana. El envío, a través del símbolo de la sal y
del lema de la Asamblea Mundial CVX, puso el broche al encuentro.
El fin de semana ha sido intenso, y lo mejor, como
siempre, reencontrarse o conocer a los compañeros de misión;
las risas, las charlas, la complicidad y el poder descubrir una vez más que
aunque la tarea es mucha y a veces las dificultades son grandes, el Señor, que
nos ha elegido para trabajar en su misión, nos ha dado las capacidades para
llevarla a cabo. A pesar de las dificultades y de los tropiezos Él siempre está
con nosotros. Sabemos cuáles son nuestras debilidades y el reto es convertirlas
en potencialidades que nos permitan cumplir mejor con la misión que el Señor
nos ha encomendado.