El pasado fin de semana (del 2 al 4 de marzo de 2012) se celebraba la Javierada y allá nos fuimos la familia ignaciana de Salamanca (Parroquia del Milagro de San José, Colegio San Estanislao, Colegio de las Jesuitinas, Residencia de las Esclavas, CVX) y sus amigos (Parroquia de San Juan Bautista y Parroquia de la Asunción-Puente Ladrillo). Hoy ya de vuelta, tenemos el corazón agradecido por la experiencia vivida, el camino, los nuevos amigos, la cercanía de la gente, los paisajes, las risas, las canciones y las oraciones compartidas.
El sábado comenzábamos con las palabras de San Francisco Javier “y para que jamás me olvide de vosotros, para continua y especial memoria, y para mucha consolación mía, os hago saber, carísimos hermanos, que tomé de las cartas que me escribisteis vuestros nombres, escritos por vuestras manos propias, juntamente con el voto de la profesión que hice, y los llevo continuamente por las consolaciones que recibo”. ¿Cuántas veces las habíamos leído antes? Pero cuando las personas que tienes a tu lado en ese momento te firman la hoja comprendes un poco más lo que significan. Esa hoja irá prendida todo el día junto a tu pecho, y te das cuenta de que faltan nombres, y los escribes, porque nuestros corazones están llenos de gente con la queremos caminar, y llegar hasta el final, porque queremos pedirle al Cristo de Javier que también les bendiga a ellos con su sonrisa.
El camino es la metáfora de la vida, y sabemos que no es importante donde llegas o cuanto tardas sino con quien y cómo vas. A ratos solo y en silencio, otros compartiendo tu vida con quien va a tu lado, rezando, riendo, saludando, abrazando, tirando de otros o convenciéndoles de que ya falta menos.
Y mientras caminamos percibimos el regalo de la creación, y el sol del sábado se torna en bendita lluvia que moja los campos. Así nos ha calado un año más esta experiencia.