BEATO JUAN PABLO II

Ave María, Mujer pobre y humilde, ¡Bendita del Altísimo! Virgen de la esperanza, profecía de los tiempos nuevos, nosotros nos asociamos a tu canto de alabanza para celebrar las misericordias del Señor, para anunciar la venida del Reino y la plena liberación del hombre.
Ave María, humilde sierva del Señor, ¡gloriosa Madre de Cristo! Virgen fiel, morada santa del Verbo, enséñanos a perseverar en la escucha de la Palabra, a ser dóciles a la voz del Espíritu, atentos a sus llamados en la intimidad de la conciencia y a sus manifestaciones en los acontecimientos de la historia.
Ave María, Mujer del dolor, ¡Madre de los vivientes! Virgen esposa ante la Cruz, nueva Eva, sé nuestra guía por los caminos del mundo, enséñanos a vivir y a difundir el amor de Cristo, a permanecer contigo junto a las innumerables cruces sobre las cuales tu Hijo está aún crucificado.
Ave María, Mujer fiel, ¡Primera discípula! Virgen Madre de la Iglesia, ayúdanos a dar siempre razón de la esperanza que está en nosotros confiando en la bondad del hombre y en el amor del Padre.
Enséñanos a construir el mundo desde dentro: en la profundidad del silencio y la oración, en la alegría del amor fraterno, en la fecundidad insustituible de la cruz. Santa María, Madre de los creyentes, Ruega por nosotros. Amén.

Oración leída por Benedicto XVI en la Vigilia de Oración en el Circo Máximo y que fue compuesta por Juan Pablo II