LUNES SANTO

TRES MIRADAS DE SEMANA SANTA

Estos días nos asomamos a la pasión, a la muerte, a la vida que se entrega, al abandono, al miedo, a la confianza… Nos asomamos a la hondura del ser humano, capaz de lo mejor y de lo peor; y a la ternura de Dios, capaz de un amor que se vacía de sí para llenarse del otro. Y ahí están también nuestros dolores y nuestras esperanzas, nuestra soledad, las gentes que nos acompañan y a quienes acompañamos… La coherencia y el desaliento, la fortaleza y la debilidad entrelazadas en cada ser humano. El abandono y el encuentro. Mirados por Dios. Mirados con la compasión de Dios…

LA MIRADA DESNUDA

“Creció en su presencia como brote, como raíz en el páramo: no tenía presencia ni belleza que atrajera nuestras miradas ni aspecto que nos cautivase” (Is. 53, 2)

En la pasión lo superfluo desaparece. Lo artificial no existe. El ruido se acalla y se concentra la atención en lo esencial: el servicio como tarea; el amor como motivo; el odio como causante del mal; el perdón como respuesta; la soledad, no siempre sonora, del justo; el coraje y el temor de los seguidores. Se desvanece lo que distrae nuestras miradas, y la atención se centra en el corazón del evangelio: un Dios que nos ama con locura, sí, a ti y a mí, tal y como somos. Y que nos muestra un único camino. Vivir dándolo todo. Todo.

Piensa en qué es lo esencial en tu vida. Y en qué es lo esencial del mensaje del evangelio (el amor y el servicio). Piensa en cómo ve el mundo quien mira desde el deseo de amar y servir.