
Y más acá del horizonte deambula un hombre empapado y amenazado, tal vez tú o tal vez yo, sin saber muy bien si está en la dirección adecuada.
Es tiempo –Pascua en el horizonte- de sacudirse el polvo del camino y dejarse acariciar por la lluvia fresca y purificante. Esperamos una mano de nieve capaz de arrancar la nota más hermosa de esta lira que somos nosotros. Para que sepamos hacia dónde vamos, de dónde venimos y en qué punto nos encontramos.
Habrá, sin duda, primavera de luz y de color pero tenemos que dejar que nos sorprenda. Aprender a situarnos ante la vida como un niño que espera un regalo. Cultivar una mirada ingenua y sorprendida para que el paisaje monótono no vuelva gris nuestra pupila azul. El cartero nos traerá muy pronto una carta pascual pero antes hay que vivir la espera en actitud germinal. Eso es cuaresma: cuidar la semilla hasta que pueda estallar envuelta en luz y alegría.
Alejandro Fernández Barrajón
En Revista 21, febrero de 2010.