LAS 5 PÍLDORAS DEL EXAMEN IGNACIANO

Problamente la palabra “examen”, de entrada desoriente y empequeñezca la actividad espiritual que se propone, que no es otra que aquella que San Ignacio considera la actividad espiritual básica e ineludible, sencilla y cotidiana oración sobre la vida. No es simplemente un “examen de conciencia” en el sentido que habitualmente lo entendemos, aunque pueda incluir algo de ello.
A primera vista no reconoces a Dios en lo inmediato, ni percibes su voz en medio de la vida. Y, sin embargo, está ahí. “ A Dios se le ve después, cuando ya ha pasado “ (cardenal Newman). Sólo lo verás cuando --como María, que “recordaba en su corazón lo que le acontecía” (Lc. 1, 19-20; 2, 50-52)-- repases con los “ojos iluminados del corazón” (Ef. 1, 18) los avatares de tu cada día o de tu vida entera. Se te iluminará entonces la realidad vivida, por la luz y la fuerza que te arden en el corazón (Lc. 24,32). “Está aquí el Señor y yo no lo sabía. Esto no es otra cosa que casa de Dios y puerta del cielo“(Gen 29, 16-17). En todo lo que es y en todo lo que pasa, está el Señor de todo. “La actuación de Dios no tiene lugar “entre” los acontecimientos de la vida, sino en “ellos” (teólogo Bultmann).