
“Cuantos se dejan llevar del Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y no habéis recibido un espíritu de esclavos, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos que nos permite gritar: Abba, Padre” (Rm 8,14-15)

Mirar cómo Dios habita en las criaturas… y en el ser humano dando entendimiento. Y también habita en mí, dándome ser, animándome, haciéndome sentir y comprender, y viviendo en mí… (Ejercicios Espirituales, n. 235)
Y al tiempo soy consciente de que vas tocando otras vidas, otras historias,
otras gentes. Y en ocasiones me reconozco en otros rostros, y me siento cercano a otras vidas, porque sé que detrás de todos estás tú, uniéndonos, trabajando en cada ser humano, sin rendirte con nadie, porque crees en todos. Tú trabajas en aquellos a quienes quiero, y también en aquellos que me hacen sufrir. En los cercanos y los lejanos, en las víctimas y los verdugos. Tú trabajas incansablemente, siembras en cada uno de nosotros la semilla de tu amor. Ayúdame a mirar el mundo siendo consciente de que tú lates en El, y de que, imperceptiblemente, vas poniendo luz en cada vida.

Fuente: Pastoral sj