2 DE AGOSTO: BEATO PEDRO FABRO

Nació el 13 de abril de 1506 en Villaret (Saboya), Francia. Murió el 1 de agosto de 1546 en Roma. Fue el mayor de una familia devota y moderadamente próspera, que vivía del campo y del pastoreo en los Alpes saboyanos. A los dieciséis años, fue enviado a estudiar a La Roche, a doce millas de Villaret, bajo el cuidado de Pierre Veillard, un santo y erudito sacerdote que ejerció en él una gran influencia.
En 1525 ingresó en el Colegio de Montaigu en la Universidad de París, pero pronto se trasladó al de Santa Bárbara, donde compartió alojamiento con Francisco Javier. A poco se reunieron con Iñigo de Loyola. Entonces fue asaltado por dudas sobre su futuro, tentaciones y escrúpulos. Aconsejado por Ignacio, hizo la primera semana de los “Ejercicios Espirituales”, superó sus problemas y se convirtió en su primer discípulo en París. A inicios 1534 hizo los Ejercicios Espirituales completos, bajo la guía de Ignacio, penetrando en ellos tan profundamente que, más tarde, Ignacio lo consideró el mejor director de Ejercicios, entre todos sus compañeros. Se ordenó en mayo, y celebró su primera Misa (15 agosto 1534) en Montmartre, donde Ignacio y sus otros compañeros hicieron votos de pobreza, castidad y obediencia, y de trabajar apostólicamente en Tierra Santa.
Cuando Ignacio se trasladó a España en 1535, Fabro quedó de guía, y dirigió los ejercicios de tres nuevos compañeros, Jay, Jean Codure y Paschase Broet. En octubre de 1537, Fabro y Laínez se unieron a Ignacio para ir a Roma, y fueron testigos de la experiencia espiritual de La Storta. Fabro enseñó teología y Escritura por breve tiempo en la Sapienza de Roma antes de ser enviado por Paulo III a Parma, donde predicó, oyó confesiones, y dio Ejercicios Espirituales durante dieciséis meses. Después el Papa lo envió a los coloquios con los jefes protestantes en Worms y Ratisbona, como compañero de Ortiz, representante de Carlos V. Acompañó, después, a Ortiz a España, estableciendo una red de amigos, y contactos para la nueva Compañía de Jesús en Barcelona, Zaragoza, Medinaceli, Madrid, Ocaña y Toledo. Después de cortos períodos de trabajos apostólicos en Colonia, Amberes y Lovaina, Fabro fue enviado por Paulo III a visitar la corte de Portugal y Évora. Logró reunirse con los escolares en Coimbra antes de tener que partir para la corte de España en Valladolid en 1545. Fundó comunidades jesuitas en Valladolid y Alcalá. Su incesante trabajo y viajes minaron su salud. Se le mandó volver a Roma, como preparación para asistir al Concilio de Trento, como teólogo papal. Murió a las dos semanas de llegar.Tenía un extraordinario don para la amistad. Por doquier su sencillez y simpatía, unidas a un sólido saber, despertaba el amor de Dios en los que trataba, y preparaba el camino para la naciente Compañía de Jesús. Es típica la afirmación de Canisio de que nunca había encontrado “un teólogo más profundo o un hombre de tan impresionante santidad… todas sus palabras estaban llenas de Dios”. Su vida muestra cómo el carisma original de la Compañía de Jesús era recibido, reflejado e irradiado por una personalidad más sencilla y menos profunda, más alegre y menos austera que Ignacio.

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