En aquel tiempo, Jesús, de
camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó:
“Señor, ¿serán pocos los que se salven?”. Jesús les dijo: “Esforzaos en entrar
por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán.
Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y
llamaréis a la puerta, diciendo: ‘Señor,
ábrenos’; y él os replicará: ‘No sé quiénes sois’. Entonces comenzaréis a
decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas’.
Pero él os replicará: ‘No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados’. Entonces
será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, lsaac y Jacob
y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera.
Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa
en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que
serán últimos”.
Lc.
13, 22-30