V ESTACIÓN: EL CIRINEO AYUDA A JESÚS A CARGAR LA CRUZ

¿Quién no ayudaría a Jesús como hizo el Cirineo llevando la cruz en un momento en que está siendo injustamente ajusticiado y terriblemente torturado? Estoy seguro de que ninguno de nosotros dudaría al echarle una mano. Pero claro, ¡Qué fácil es decirlo ahora que sabemos el final de la historia en que nos salvaría y resucitaría! ¡Que sabemos que Jesús sí que era buenísima persona y ayudaba a los más necesitados! Nosotros llegamos con la tranquilidad del que sabe lo que va a pasar…
El Cirineo en cambio igual sólo había oído hablar de Jesús de pasada, o ni eso; Jesús nunca lo habría ayudado, es más, lo más probable es que ni lo conociera, que sólo viera al volver del campo a un montón de gente pidiendo que ajusticiaran a un traidor, y que cuando la guardia vio a un hombre fornido le ordenara que ayudara al condenado para evitar que se desvaneciera antes de la tortura final en la cruz, y lo hizo, sí, por miedo a las consecuencias si no lo hacía y no como gesto de amor como en ocasiones le recordamos. ¿Eso le hace peor persona? Por supuesto que no, sean cuales fueran los motivos optó por socorrerle. Y ya padeció las posteriores burlas de la gente por ayudar a un vulgar “ladrón”.
Jesús nos decía “Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tendréis?, pues también los pecadores aman a quienes les aman. Y si hacéis el bien a quienes os hacen el bien, ¿qué mérito tendréis?, pues también los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tendréis?, pues también los pecadores prestan a los pecadores para recibir otro tanto.” (Lucas 6, 32-34)
Teniendo estas palabras de Jesús presentes te pedimos que hagas un ejercicio de contemplación, mires a tu alrededor y pienses 3 situaciones en las que hoy en día haya  gente que conozcas o no y que está haciendo el mal, algo que no te gusta, algo terrible. En un momento determinado están siendo vapuleados “y con razón”. (Date un minuto) Ahora llega un momento determinado en que un tercero te pide que le ayudes. ¿Y si ese tercero, ese “soldado” que te pide que socorras al indefenso “que no se lo merece” fuera nuestro Dios Padre-Madre? Tú tienes libertad plena de ayudarle (no como el Cirineo).  ¿Qué haces? ¿Te escondes entre la multitud? …
¿Eres capaz de amar a quien no te ama, perdonar a quien no te perdona, ayudar a quien no te ayuda, compartir con quien no comparte contigo?
Estamos camino del Gólgota y Dios me pregunta… ¿Qué mérito tienes?

Josu Beaskoetxea y Aitor Arbaiza, CVX Arrupe Elkartea